Caer en la trampa. La mujer moldeada.

En el capítulo de ayer de una famosa serie española que transcurre en época franquista, un personaje masculino le dice a otro personaje masculino mientras toman una copa en un elegante bar: “las mujeres son tan absorbentes, han de entender que los hombres necesitamos nuestro espacio” y ríen. Quizá encuentran gracioso quejarse del modelo de mujer que ellos mismos han creado.

Históricamente, el hombre ha sido lo que ha querido ser: ha sido fuerte, ha sido valiente, un héroe. Ha sido un padre poco interesado por la camada y eso estaba bien porque él decidió seguir la vida lejos del cuidado de la prole. Ha sido inteligente, ha sido estudioso, ha sido el cabeza de familia. Si ha querido ha sido soltero y si ha querido, ha sido marido, pero sin muchas exigencias. Ha sido explorador, escritor, científico, intelectual, putero o borracho. Ha sido lo que ha querido y ha estado bien pues el hombre, por el mero hecho de tener testículos, ha tenido acceso a uno de los mayores bienes de la vida: la libertad de ser quien quieres ser.

En la otra cara de la monera está la mujer: la mujer sólo ha sido hija, esposa, madre, abuela. Nada que se escape de la esfera familiar. Pero además, a la mujer se le ha dotado de un rol, un rol impuesto desde afuera. Tan impuesto ha sido que se han escrito decenas de volúmenes sobre cómo ha de ser una buena mujer. Si fuera nuestra naturaleza ¿sería necesario inundarnos a manuales de conducta si nuestra conducta fuera la que nos han querido imponer? Entre estos mandamientos, lo que ya sabemos: la mujer ha de ser: buena, atenta, una tienda abierta 24 horas para CUALQUIER necesidad, callada, agradable, sonriente, elegante, nunca demostrar su sexualidad, dispuesta, dulce, complaciente, sumisa (muy importante) abnegada, familiar. Y no sigo más.

Anuncio de mediados del siglo XX
Anuncio de mediados del siglo XX

Nacimos desnudas, con un cerebro igual de capacitado que el de un hombre, pero no bastó. Se nos quiso modelar a la imagen y semejanza de la esclava perfecta. Una esclava que fuera como a ellos les convenía: un ser al que catalogaron de inferior y al que, al carecer de conocimientos, le dieron un vademécum al que no podía desobedecer ni en media coma. Y así nos criaron: nos han hecho a su gusto y exigencias. Lo que no calibraron las consecuencias. Porque si nos dicen que hemos de vivir para nuestro marido e hijos, que nos hemos de preocupar por ellos, si esa es la mayor premisa en la vida, parece como si cumplirla, fuera a su vez, pecado: el creador de la mujer perfecta se olvidó de que la esclava es humana y que viviendo su Gran Hermano particular, las cosas se magnifican:

  • ¡Mi mujer me controla! > ¿Pero no le pediste que tú fueras el icono sobre el que pivotase su vida?
  • ¡Mi mujer es una metomentodo! > ¿Pero no le dijiste tú que controlara el hogar?
  • ¡Mi mujer no me deja mi espacio! > ¿Pero no le pediste que estuviera pendiente de ti siempre?
  • ¡Mi mujer no me entiende! > ¿Pero no le pediste tú que no tuviera inteligencia?
  • ¡Mi mujer no quiere salir conmigo a solas! > ¿Pero no le pediste que fuera madre abnegada y que su descendencia fuera lo primero?

Pero podemos ampliar la lista a otros ámbitos:

  • ¡Las mujeres son unas envidiosas! > ¿Pero no le dijiste que su valía era ser la más hermosa?
  • ¡Las mujeres son unas frígidas! > ¿Pero no le enseñaste que una mujer no puede vivir por completo su sexualidad?
  • ¡Esa tía es una guarra! > ¿Pero no le pediste más esmero en el sexo?
  • ¡Las mujeres son unas derrochadoras! > ¿pero no le dijiste que sólo siendo bellas serían amadas?
  • ¡Las mujeres son unas cotillas! > ¿Pero no les despojasteis de todo entretenimiento? ¿A qué han de dedicarse entonces cuándo se encuentran con otras mujeres? ¿A cantar tus alabanzas?
  • ¡Las mujeres son unas egoístas! > ¿pero no les pediste que vivieran sólo para ti? Pues ella exige lo mismo para ella.

Obviamente esto no se puede aplicar de un modo general ni es así en todos los casos uno por uno, pero me parece gracioso esa predisposición a criticar las formas de ser de la mujer, que quizá de no ser por años y años de machismo, no existirían… porque…

  • ¿Si nos hubiéramos formado siempre en libertad…. No seríamos más inteligentes?
  • ¿Si no nos hubieran dicho que siendo hermosas nos amarían… no gastaríamos menos en ropa, maquillaje, productos faciales?
  • ¿Si nos hubieran dejado vivir nuestra naturaleza… no seríamos más fuertes?
  • ¿Si hubiéramos podido decidir nuestro rol en la vida… no hubiera sido todo distinto?

 

25 años de Los Simpson… y de Marge Simpson

Cuando comencé a ver Los Simpson aún los daban en la 2 de Televisión Española. No suelo recordar cosas de la tele con tanta precisión de mis años de infancia, pero quizá fue que me gustaron tanto desde el principio que me acuerdo de todos los detalles. Tenía yo entonces la edad que Lisa lleva viviendo desde que nos conocimos. Creo que he visto todos los capítulos más de mil veces y cuando digo mil quizá exagere pero no me alejo demasiado de la realidad: llevan años en Antena 3 (televisión española) pasándolos a las 2 de la tarde y para colmo, desde hace otros tantos, cada noche en Neox (otra televisión del grupo de Antena 3) a las 9. A veces dan tres seguidos. Así que si hacemos cuentas, lo más probable es que vaya camino de las mil veces. Me los sé de memoria. Me sé los diálogos, las coletillas y una vez aposté a que me acordaba de más de cien capítulos… en la lista aparecieron más de 300 y van por 500, así que no está nada mal.

Así que hablo con conocimiento de causa cuando me planteo la evolución que la madre amantísima de la familia, Marge Simpson, ha sufrido con el tiempo.

margeCuando Marge llega a nuestras vidas vive la emocionante época de los ochenta. Tuvo a sus hijos en 1982, 1984 y en 1989 tenía un bebé de meses. Fue adolescente entre los 70 y los 80 y sus primeros pinitos con el feminismo los vivió quemando sujetadores en el instituto y formando un foro de debate. Pero este caldo de cultivo no pasó de ahí: feminista convencida en los primeros años de la serie, pronto lo deja todo por casarse y tener hijos. En aquellos tiempos a las espectadoras eso no nos importaba, bien porque éramos lo suficientemente pequeñas para no darnos cuenta o porque aún estaba bien visto dejarlo todo por un hombre. Marge es feminista pero pronto se enrola en un papel que muchas veces la saca de quicio: lo vemos en el capítulo en que le da un ataque de ira en mitad del puente y se atrinchera en el coche, en el que se queda calva y requiere una canguro para los niños, en el que se suma a la función de Un tranvía llamado deseo, o en el que se escapa con Ruth Powers, su vecina divorciada, con quien acaba viviendo una aventura similar a la de Telma y Louise. Parecen divertidos sus arranques de rebeldía.

Marge es entonces una mujer enamorada que es feliz en su papel pero que de vez en cuando quiere salir al mundo y tener algo de acción. No sé qué tenían en mente los guionistas respecto a su psicología pero Marge es una mujer que pasa de ser feminista activa a vivir una insulsa vida de casada que es vista negativamente por su hija mayor. Lisa le echa en cara a veces su entrega a la familia (en el capítulo en que Lisa, según un test del colegio, está hecha para ser ama de casa) y tienen unas conversaciones que recuerdan a veces a las de Mafalda con su madre.

Con el paso del tiempo el personaje de Marge muta. A finales de los 90 su

Además, no conserva su apellido de soltera y coge el de su marido, algo muy poco feminista, como recuerda Lisa
Además, no conserva su apellido de soltera y coge el de su marido, algo muy poco feminista, como recuerda Lisa

papel ha olvidado los inicios y es más una mujer entregada, que sin pensar demasiado, deja de lado todo lo que tenga relación con el feminismo y vive como puede. Son capítulos en los que las tramas de la familia versan hacia fuera y no hacia ellos mismos, con lo que el foco feminista se disipa. Pero llegados los 2000 y con su avance, Marge comienza a hacer cosas impropias de una feminista. En lugar de salir a trabajar y formarse, en muchos capítulos echa en cara a su marido de que se busque mejores empleos incluso le reprocha en uno no darle a su familia un techo en el que vivir. De repente Marge es insoportable: en lugar de convertirla en una mujer de su tiempo, Marge se conforma con ser una cascarrabias que no recuerda nada de su pasado feminista y que pone sobre los hombros de su marido el mantener a la familia. Eso sí, a veces tiene momentos de lucidez como cuando le dice a su hija que no deje todo por un hombre, que se arrepiente de haber dejado sus estudios. Pero lejos de demostrar interés por ser una mujer más independiente, se conforma con que su hija no siga su camino aunque sea consciente de que no es un buen ejemplo. Son sólo pequeñas escenas de una vida que dejó de ser lo que es.

Mientras el resto de personajes han ido explotando hacia el histrionismo la personalidad que tuvieron al nacer, Marge hace una involución que la convierte casi en irreconocible. ¿Será el único que lo haya necesitado? El papel de la mujer ha cambiado en las últimas dos décadas: si a principios de los 90 era deseable y divertido el papel de madre entregado a una familia de cinco miembros, ahora sus connotaciones no son las mismas. Así que encajar a Marge les ha debido de parecer difícil o por lo contrario, olvidar su pasado feminista la haya hecho más agradable para el público, que en lugar de una madre de familia combativa la prefería ver como una madre controladora que se queja de todo y olvidó el feminismo como quien deja un céntimo en un bar. Es algo que no me queda claro. Aunque también haya quien lo vea como un cambio de una mujer más sumisa a una mujer más fuerte, para mí es todo lo contrario: ha pasado de ser una mujer feminista, a alguien que sin pensar se metió a madre de familia numerosa creyendo que así sería feliz para dar con una personalidad estrambótica en los 2000 de mujer aparentemente fuerte pero que sigue siendo una dependiente del dinero del marido.

Eso sí, sin olvidar, que sólo son dibujos animados que han visto evolucionar toda una generación.

 

No me gustan las bodas. Dos

Mi primer post sobre mi recelo hacia las bodas causó mucho impacto tanto para bien como para mal pero ahora con el segundo, ya lo siento, es que voy a cuchillo. Si os gustan las bodas, no sigáis leyendo.

Fui a una boda el sábado. Patético.

Era una boda civil oficiada por una alcaldesa. Y qué bonito empieza todo que el discurso no deja de recordar a los contrayentes que el matrimonio es una cosa entre iguales y que hombre y mujer son iguales. Si esta sociedad fuera avanzada y no supiéramos todas que el matrimonio ha basado su fuerza en la sumisión femenina, no haría falta decirlo. Sobra. Sobra decir que el matrimonio es entre iguales. Pero hay que decirlo, por si alguien se le olvida. Mirad si no hemos evolucionado.

Flipo un poco con las leyes españolas sobre el matrimonio. Son como antiguas. No me gusta la idea de que las mujeres perseguimos ese día porque como oí el sábado: este es tú día (el de la novia).

No me gusta eso de seguir tirando arroz. No me gusta la idea de que si te quieres de verdad firmas un contrato. No entiendo por qué te gastas mil euros en un vestido que te pones un día y el resto de tu vida vas de mercadillo.

En esta boda había un sector de descerebrados que no paraban de gritar “maricón el que no bote”. Novia incluida. ¿Qué más puedo decir? Hay que ser imbécil para gritar eso.

No me gustan las bodas porque son innecesarias y porque deberíamos avanzar como sociedad y aniquilar el gran contrato que ha ido siglo a siglo minando la independencia de las mujeres para ser meras esposas. Hay que quitar de la sociedad todo lo que huele a patriarcado. Hay que quitar esas ideas de que si te quieres te casas. Las madres y los padres han de empezar a quitar de la vida de sus hijas e hijos la idea de que en su vida han de tener esa meta, ese día feliz.

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No me gusta ver a personas ordinarias que se visten de paletos y chillan como si no hubiera mañana porque es un día de desfase. Bueno, esto ya va depende la familia. No me gusta ver cómo se quitan la liga para darla o no sé qué hacen con ella.

No me gusta el patriarcado, no me gustan los tópicos, no me gusta eso de que la novia salga de casa de sus padres, que el padre la deje en el altar, que siguen significando lo que la mujer es: una mercancía.

Estoy muy destroyer. Pero no soporto el circo de las bodas. Me supera.

 

El orden de los factores no altera el producto

O eso nos decían en la escuela.

Claro que la vida no es matemática pura y en el mundo real no todo encaja tan bien. Sino que se lo digas a los que y a las que se dedican a criticar la vida ajena, que todo les parece mal.

En nuestra sociedad hay una ecuación que no falla para ser considerada una persona como Dios manda, tanto seas hombre como mujer (un poco más si eres mujer):

noviazgo > boda > te vas a vivir juntos > pasan unos dos años > hijo > otro hijo (más conocido como vamos por la parejita

Si sigues esta norma, eres una persona normal, respetable y que gozarás de respaldo social:

  • ¡Qué feo es ese hombre! ¡Y qué mal viste!
  • Pues está casado.
  • ¿Y esa mujer? Mira que me da mala espina.
  • Pues está casada y con hijos.
  • ¿Que ese mató a la cajera?
  • Y casado y con un pedazo de casa y todo.
  • ¿A estas horas está esta mujer en la calle?
  • Es que el marido está en paro y ha de mantener a la niña.

No importa. No importa tu aspecto, lo mala persona que seas, no importa nada. Si estás casada o casado y con descendencia, todas tus rarezas desaparecerán porque eres una buena persona para la sociedad. Tú has cumplido y eso sólo lo hacen los buenos.

Para muchos la vida ajena se comenta como si fuera un programa de cotilleo y te juzgan por ello.
Para muchos la vida ajena se comenta como si fuera un programa de cotilleo y te juzgan por ello.

Pero como algo sí que han cambiado los tiempos, se aceptan un par de variantes en esta ecuación de la persona respetable:

  • Se admite que te vayas a vivir con tu pareja antes de casarte. Pero te has de casar, sino no cuenta.
  • Se admite que nazca un bebé si después también acaba en boda la pareja.

Sea como fuere, lo que has de hacer es fichar.

Pero hay ¡ay de ti si te sales de lo dictado!

Estos son los cuatro casos más comunes de parejas que serán presa fácil de las lenguas más viperinas y que por lo tanto, no serán tan buenas personas:

  1. Novios que viven en casas diferentes y que pasan temporadas en casa del uno o del otroEL MURMULLO: estos no vas a llegar a nada, no se quieren, están por estar, echan un polvo y muy buenas, no se comprometen.
  2. Novios con casa sin hijos.EL MURMULLO: ni boda ni hijos, estos están por estar. Estos no se quieren tanto como dicen, pasan el rato y punto, ¿cómo vas a estar así en pareja? Se dejarán y se engancharán a a otra persona y así.
  3. Novios con casa, no casados y con hijo/a.EL MURMULLO: Si no te casas es peor para la criatura, te has de casar porque así ya la familia está formada y es más bonito, ya tienes tu libro de familia y es todo mejor.
  4. Matrimonio con casa sin hijos:EL MURMULLO: no pueden tenerlos. Dicen que no quieren pero es porque no pueden, porque una (siempre es ella) cuando se casa es para tener hijos y formar una familia.

Así que nada. Da igual que hayas asesinado a la cajera, si te “ennoviaste”, te casaste y tuviste descendencia, ya les parecerás mejor persona.

Lo que hay que tener claro es que este cuadro sólo sirve para personas no famosas. Está claro que si eres famosa, en el momento en que nazca al menos una beba o un bebé ya estarán todos esperando que te divorcies y claro, para ti el proceso es más largo.

Más de lo mismo

Me he comprado esta revista porque estoy muy enamorada de Keira:

wpid-wp-1407761753104.jpgYa sé lo que estáis pensando. Pero lo he hecho. Ella me encanta. Qué le vamos a hacer. Pero cómo no, las preguntas que le hacen son las de siempre:

wpid-wp-1407760762505.jpgReconozco Keira que me has defraudado. O tú o quien ha traducido esto, no lo tengo muy claro. Quizá no hayas querido decir esto, pero si lo has dicho, has caído un escalón: lo de adoptar el apellido de tu marido no es amor, es renunciar a quien eres tú, a tu nombre, una identidad que te pertenece y te representa, no la de un hombre al que hoy quieres y mañana no. Quizá no sea muy romántica pero me quiero más a mí que a perder mi identidad por amor a un hombre.

La segunda pregunta es muy fuerte. Hablemos de matrimonio, eres fan de la familia. WTF? Qué pregunta es esa? Por qué esa pregunta se le hace siempre a las mujeres? ¿Será porque las mujeres quieren leer cosas con las que se sientan identificadas? «Esa será actriz, pero se somete a la familia y al hombre, como yo». O es que aún tenemos metido en la cabeza que casarse y tener hijos es lo que acaba de dar sentido a la vida de la mujer.

wpid-wp-1407761662782.jpgAtención: se ha declarado una nueva moda: preguntar a las famosas por su feminismo. Sinceramente, no entiendo ni la pregunta ni la respuesta, pero me parece harto peculiar cómo se trata el tema. Sigue siendo lo de siempre: tratar a las feministas de ogros verdes come niños y que si se habla del tema sea de tapadillo, de una forma absurda, como una rareza y que la respuesta sea más rara aún.

wpid-wp-1407761718008.jpgPues nada Keira, que yo te quería mucho pero ahora estoy un poco confusa. No sé, no sé…

Si queréis leer las maravillas de preguntar por el feminismo, es la revista Glamour del mes de Agosto.

No cocines en la cacerola de tu vecino

Vamos a hablar en general, que me mola mucho. En general, hoy día, una mujer divorciada suele estar, lo que podríamos decir, liberada. Se ha quitado el peso del marido, de algunas esclavitudes cotidianas del hogar. Muchas parecen que se han quitado diez años de encima y comienzan a hacer cosas que no hacían durante su matrimonio, en su propio beneficio. Obviamente, hay de todo. Pero no hace muchos años esta imagen era casi imposible: una mujer divorciada era mala, la habían dejado por mala, era una mala pécora, no la aguantaba nadie, era quien había sido una mala mujer y su bien marido había acabado por repudiarla. Quizá hay quien hoy día piense así de la mujer que rompe el vínculo sagrado del matrimonio.

Pero la mujer que ha pasado por las camas de muchos hombres, antes y ahora, sigue siendo una puta en toda regla. Como las mujeres no podemos ser promíscuas, o tener sexo con quien nos apetezca y cuando queramos, como no somos reinas de nuestra sexualidad, porque es pecado, la que se va con varios es una guarra.

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Pues sumemos los dos conceptos: la mala mujer que se divorcia y la mala mujer que tiene sexo con varios. Quizá en nuestra cultura las cosas estén cambiando pero sabemos que no en otros lugares del mundo y en sitios como la India una mujer puede ser apartada del clan si se ha divorciado. Lo que está claro es que hay un poso en el que todas hemos entendido que la buena mujer sólo está con un hombre, se casa una vez y si enviuda, ha de perder la sensibilidad en los genitales porque ya su tiempo ha pasado. Que estas ideas van muy ligadas a las religiones, no hay que ser un lince para darse cuenta.

Ha llegado a mi poder una frase del Talmud: «No cocines en la cacerola de tu vecino».

Cuando he leído la explicación de esta frase me he quedado muerta. Es un dicho judío que significa que no metas la polla en el coño de alguien que ya ha tenido casa. O lo que es lo mismo: no tengas sexo con una mujer que ya ha estado casada o es viuda, porque la mujer sólo puede pertenecer a un hombre y uno, no tiene derecho a rehacer su vida y dos, ella, quien ya ha tenido experiencia con otro miembro viril, puede considerar el tuyo una cosa diminuta y que tu hombría se vaya a la mierda.

No es aceptable una mujer con experiencia en el sexo. ¿De ahí vienen todos los pensamientos contra la sexualidad libre de la mujer? ¿Siempre han tenido miedo los hombres a que se compare su pene con el de los demás? ¿Nos han querido meter la idea de que somos malas y unas guarras cuando lo único que pas es que no pueden soportar tener una polla pequeña? ¿Hemos estado jugando a esto?

¿Las mujeres han soportado años de estigma social respecto al sexo sólo porque estaban acomplejados?

Ahí dejo eso.

 

Chilla si eres gilipollas: el anuncio de Bimanán

Yo a veces pienso: poco a poco iremos mejorando. Poco a poco el ser humano se dará cuenta de cómo ha tratado siempre a la mujer. O pienso: las mujeres saldremos a un mejor futuro, sin tópicos, sin trabas, sin parecer imbéciles…

Bueno, como siempre, me equivoco. Me equivoco de todas todas. Sino, Bimanán no haría este anuncio que ahora mismo están pasando por las televisiones españolas:

Sí, las mujeres estamos locas por casarnos.

Sí, las mujeres vivimos a dieta constante.

Sí, las mujeres somos imbéciles.

Sí, chillamos como gansos ante en compromiso matrimonial.

Sí, nos mataríamos de hambre por caber en un vestido.

Sí, somos primarias y vivimos para pescar marido.

Sí, sustituimos dos comidas por tres mierdas de barras integrales.

Que sí, que habéis dado en el clavo.

Iros a la mierda con vuestra publicidad….

 

Tampoco hemos evolucionado tanto

A parte de esos «hace tantos miles de años y no hay nada escrito al respecto» la historia de la Humanidad, qué os voy a contar que no sepamos ya, se ha escrito con ese afanado intento de menospreciar la importancia de la mujer en su mayor misterio ante los ojos de los incultos seres humanos: la maternidad.

Como me dijo una vez un tío, ellos hacen la parte fácil. Y encima se llevan los méritos: desde el clásico apellido en primer lugar del hombre, costumbre machista, denigrante, asquerosa y dictatorial donde las haya, hasta la imposición del matrimonio como medida para asegurarse una tanda de cachorros, la maternidad se ha visto atada a: menosprecio, a ese sentimiento de no es para tanto, eso no ha de doler, eso es lo único para lo que servís, de horno microondas, a no darle la menor importancia a las complicaciones que pueden surgir porque la vida de la mujer no vale nada.

¿ Que esto son historias del pasado? No. Menos en esta España mía y nuestra, católica por los cuatro costados, que nos quiere devolver, a costa de un sentimiento más antiguo que la Inquisición, el de que el hombre es quien sabe mejor que nosotras lo que podemos o no podemos hacer. Aquí vamos de camino de el mayor recorte de libertades que un ser humano podría tener. El derecho a la propia salud. La cosa es, que pasen los siglos que pasen, nuestro papel activo, con voz y voto, con poder de decisión en la maternidad, nuestro pensamiento a respecto de ser madres o no, siempre se ve amenazado por el varón, constantemente empeñado en tratarnos como idiotas que no saben hacer la o con un canuto.

Jamás se lo vamos a permitir.

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Por qué me importa que tu novio-marido te trate como una mierda

Pues me importa. Y mucho.

Aún quedan especímenes que creen que son el rey dentro de su castillo y que su esposa les debe algo menos que obediencia. La tienen a sus órdenes, se quejan de lo que hacen mal (cuando ellos no mueven un dedo), creen que las tareas del hogar son cosa de ella y se pasean por su matrimonio (o noviazgo) como si fueran el gallo del corral. Ellas les consienten este compotamiento, bien porque crean que se lo merecen (baja autoestima), porque siempre ha sido así (es como si pensasen que son tan tontas que no pueden pensar por sí mismas), porque es su forma de quererle ( esto es la antesala a los malos tratos) o porque creen que el amor es esto: un podio donde ellas siempre están en el segundo escalón.

¿ Qué sucede con estos hombres? Que no contentos con ejercer este poder sobre sus mujeres, quieren ejercerlo sobre las demás. Cuando salen por las puertas de su casa se comportan como  todas las mujeres como se comportan con la suya. Así que sí: me importa mucho cómo tú lidies con estos energúmenos porque cuando se alejan de ti, somos las demás las que los soportamos. Mientras estos hombres sigan teniendo un sólo lugar donde se puedan comportar como un dictador, querrán seguir siéndolo con el resto del mundo y si yo voy a sufrir las necedades de estos individuos, que sepas, que probablemente no te guste lo que veas.

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Son hombres que, como tienen a sus esposas escondidas bajo esa especie de tutela de menores de edad, se creen que las demás vamos a hacerles caso simplemente porque ellos son el hombre. Te hablan con prepotencia, nunca tienen tu palabra por válida, buscan la de tu novio o la de otro hombre. Creen que tú vas a tolerar el lenguaje, las bromas que usan con su pareja y que no vas a ver nada malo en su comportamiento.

Pues os equivocáis. No todas las mujeres somo como la vuestra. Algunas despertamos hace mucho tiempo y nos dimos cuenta que no somos ni más ni menos que vosotros. No os consentimos ni una mala palabra, ni una borma ni una tontería. No nos callaremos ante la necesidad que sentís de propagar vuestro poder más allá de vuestras casas.

Por eso me importa que tú no consientas ese trato: porque si luego lo va a hacer conmigo, no te extrañe que mi mente busque cómo se comporta contigo. Porque tarde o temprano me daré cuenta de todo. Y eso llevará un conflicto, sobre todo si somos pesonas cercanas. Porque mientras tú consideres que todo el normal y yo no, quizá veas que algo falla y ese fallo sólo está en dos direcciones: o es mío o es tuyo.

Vivir en Barcelona: Aparcar con clase

Esta mañana he estado en un centro comercial de Barcelona, donde acaban de hacer un nuevo párking al aire libre, con plazas completamente nuevas, sus líneas nuevas, su todo nuevo. Muy nuevo todo. Pero nada moderno. He aquí el modelo de plazas para familias:

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¿ Qué os parece? ¿ A que está muy bien que en las plazas familiares el carrito sea cosa de la mujer? Está muy bien todo.

No os preocupéis, hombres del mundo, ya cuidamos nosotras de la prole.
No os preocupéis, hombres del mundo, ya cuidamos nosotras de la prole.

De vez en cuando estaría bien que en este tipo de cosas dieran una imagen más equitativa del papel de la mujer y el hombre en la familia. Bueno, de la familia en general.