En el capítulo de ayer de una famosa serie española que transcurre en época franquista, un personaje masculino le dice a otro personaje masculino mientras toman una copa en un elegante bar: “las mujeres son tan absorbentes, han de entender que los hombres necesitamos nuestro espacio” y ríen. Quizá encuentran gracioso quejarse del modelo de mujer que ellos mismos han creado.
Históricamente, el hombre ha sido lo que ha querido ser: ha sido fuerte, ha sido valiente, un héroe. Ha sido un padre poco interesado por la camada y eso estaba bien porque él decidió seguir la vida lejos del cuidado de la prole. Ha sido inteligente, ha sido estudioso, ha sido el cabeza de familia. Si ha querido ha sido soltero y si ha querido, ha sido marido, pero sin muchas exigencias. Ha sido explorador, escritor, científico, intelectual, putero o borracho. Ha sido lo que ha querido y ha estado bien pues el hombre, por el mero hecho de tener testículos, ha tenido acceso a uno de los mayores bienes de la vida: la libertad de ser quien quieres ser.
En la otra cara de la monera está la mujer: la mujer sólo ha sido hija, esposa, madre, abuela. Nada que se escape de la esfera familiar. Pero además, a la mujer se le ha dotado de un rol, un rol impuesto desde afuera. Tan impuesto ha sido que se han escrito decenas de volúmenes sobre cómo ha de ser una buena mujer. Si fuera nuestra naturaleza ¿sería necesario inundarnos a manuales de conducta si nuestra conducta fuera la que nos han querido imponer? Entre estos mandamientos, lo que ya sabemos: la mujer ha de ser: buena, atenta, una tienda abierta 24 horas para CUALQUIER necesidad, callada, agradable, sonriente, elegante, nunca demostrar su sexualidad, dispuesta, dulce, complaciente, sumisa (muy importante) abnegada, familiar. Y no sigo más.
Nacimos desnudas, con un cerebro igual de capacitado que el de un hombre, pero no bastó. Se nos quiso modelar a la imagen y semejanza de la esclava perfecta. Una esclava que fuera como a ellos les convenía: un ser al que catalogaron de inferior y al que, al carecer de conocimientos, le dieron un vademécum al que no podía desobedecer ni en media coma. Y así nos criaron: nos han hecho a su gusto y exigencias. Lo que no calibraron las consecuencias. Porque si nos dicen que hemos de vivir para nuestro marido e hijos, que nos hemos de preocupar por ellos, si esa es la mayor premisa en la vida, parece como si cumplirla, fuera a su vez, pecado: el creador de la mujer perfecta se olvidó de que la esclava es humana y que viviendo su Gran Hermano particular, las cosas se magnifican:
- ¡Mi mujer me controla! > ¿Pero no le pediste que tú fueras el icono sobre el que pivotase su vida?
- ¡Mi mujer es una metomentodo! > ¿Pero no le dijiste tú que controlara el hogar?
- ¡Mi mujer no me deja mi espacio! > ¿Pero no le pediste que estuviera pendiente de ti siempre?
- ¡Mi mujer no me entiende! > ¿Pero no le pediste tú que no tuviera inteligencia?
- ¡Mi mujer no quiere salir conmigo a solas! > ¿Pero no le pediste que fuera madre abnegada y que su descendencia fuera lo primero?
Pero podemos ampliar la lista a otros ámbitos:
- ¡Las mujeres son unas envidiosas! > ¿Pero no le dijiste que su valía era ser la más hermosa?
- ¡Las mujeres son unas frígidas! > ¿Pero no le enseñaste que una mujer no puede vivir por completo su sexualidad?
- ¡Esa tía es una guarra! > ¿Pero no le pediste más esmero en el sexo?
- ¡Las mujeres son unas derrochadoras! > ¿pero no le dijiste que sólo siendo bellas serían amadas?
- ¡Las mujeres son unas cotillas! > ¿Pero no les despojasteis de todo entretenimiento? ¿A qué han de dedicarse entonces cuándo se encuentran con otras mujeres? ¿A cantar tus alabanzas?
- ¡Las mujeres son unas egoístas! > ¿pero no les pediste que vivieran sólo para ti? Pues ella exige lo mismo para ella.
Obviamente esto no se puede aplicar de un modo general ni es así en todos los casos uno por uno, pero me parece gracioso esa predisposición a criticar las formas de ser de la mujer, que quizá de no ser por años y años de machismo, no existirían… porque…
- ¿Si nos hubiéramos formado siempre en libertad…. No seríamos más inteligentes?
- ¿Si no nos hubieran dicho que siendo hermosas nos amarían… no gastaríamos menos en ropa, maquillaje, productos faciales?
- ¿Si nos hubieran dejado vivir nuestra naturaleza… no seríamos más fuertes?
- ¿Si hubiéramos podido decidir nuestro rol en la vida… no hubiera sido todo distinto?
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