Los niños y las niñas van desde pequeños a la escuela y comienza la carrera de la «educación». Se enfrentan desde una edad muy temprana (demasiado incluso) a años de largas jornadas llenas de horas de clase, de deberes, exámenes. Se supone que es eso lo que han de aprender. A sumar, a dividir, las reglas de ortografía. Y eso es bueno, es un poco como la Biblia: la educación vio que a los cinco años aprendían a leer y vio que eso era bueno. Por supuesto, no es malo. Pero no es lo único.
Confío en que sean sus progenitores los que se preocupen por este tipo de cosas, aunque sé que no debería confiar tanto. No sé de dónde sacan según qué ideas, como hoy por ejemplo, que con cinco años se estaban enseñando los unos a los otros como silvarle a una «chica guapa», como decían ellos. ¿ De dónde han sacado con cinco años que a una mujer se le ha de silvar como si fuera un perro? ¿ Dónde se les enseña que a las personas no hay que tratarlas así? ¿ En sus casas? ¿ En la televisión? Pero si lo ven en la televisión también es culpa de quienes cuidan de ellos, que no se preocupan por lo que ven. ¿ Dónde se aprender que a las mujeres no se les silva como ganado? ¿ Por qué no hay un sitio en la escuela donde se aprenda a no molestar a los demás? Sería un buen lugar donde empezar a subir personas liberadas de cualquier prejuicio patriarcal.
Hay quien se decanta por lo racista. Hay niños que son capaces de ver diferencias entre ellos por la raza. » Sabe más porque es china», he oído. ¿ Dónde se les enseña que saber más o no, poco tiene que ver con la raza? ¿ Dónde aprender a diferenciar por nacionalidad? ¿ En qué momento del horario escolar hay tiempo para decirles que todas las personas del mundo somos iguales? Aunque los trates igual en clase, ellos sacan ideas propias de su propio repertorio, de aquello que oyen aquí o allá.
Sigo comprobando también que el tema del físico, de la gordura, sigue siendo una mofa común entre los más pequeños. No pierden ni un segundo, muchos de ellos, en gritar ¡¡ gordo, gorda!! Lo hacen con una risita cruel, se ríen del aspecto de los demás sin pensar en nada más que la burla, en señalar a quienes son de una forma u otra. ¿ Quién se ocupa de recordarles y enseñarles que el cuerpo humano no ha de ser motivo de risa?
¿ Cómo mejorar los ideales y el mundo del futuro si los adultos no somos capaces de poder arrancar de raíz comportamientos tan antiguos como estos? ¿ Dónde las niñas y los niños aprenden esto? Si sus familias no les enseñan a respetar, fomentan pensamientos racista y xenófobos, homófobos y machistas, ¿ es la escuela quién ha de tomar el testigo? Lo único que sé es que no veo que las futuras generaciones vayan a mejor: sólo veo las fotocopias de los comportamientos que ya vemos en la sociedad.
Y para más rabia, la humanidad de aquellos que la demuestran con el tiempo es pisada. Ojalá no la pierdan. Me gusta ver a esos niños que son capaces de darte de un besito cuando menos te lo esperas. Me gustan los que ayudan a los demás. Me gustan porque tienen todo lo que los adultos hemos perdido: la capacidad de demostrar sentimientos a quienes queremos, de ser sinceros, de poder expresar a los demás amor, sin pensar que nuestras muestras serán mal interpretadas. ¿ Dónde se apaga el amor, el afecto, la bondad, en nuestras vidas? ¿ Es la escuela la que nos va matando la naturalidad? ¿ Es la sociedad? ¿ La edad? ¿ La familia? ¿ Dónde se queda?
Mafalda decía que sus padres les educaban sin pisarles la naturalidad. Y ahora que trato con niños me lo pregunto casi cada día, ¿ dónde queda su naturalidad? ¿ Qué se aprende en la escuela? ¿ Por qué se valoran más las notas que ser amable con los demás? ¿ Por qué no les podemos enseñar más humanidad a las niñas y niños, a ser mejores personas? Lo que no podemos es quedarnos sin hacer nada ante comportamientos que faltan al respeto, que son discriminatorios hacia los demás.
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